Todos tenemos una misión en la vida y mientras no lo descubramos será muy difícil encaminar nuestros esfuerzos hacia objetivos definidos. Proyectar nuestra vida no solo se refiere a qué estudiaremos o a qué nos vamos a dedicar, sino que implica responder a algunas cuestiones fundamentales: ¿Qué quiero hacer con mi vida?. ¿Qué estilo de vida deseo tener?. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr mis metas?.
Lograr independencia y autonomía total como individuo.
Forjar una filosofía propia de la vida.
Conocerse a sí mismo.
Jerarquizar necesidades y establecer prioridades en su vida.
Conocer habilidades innatas y desarrollar otras.
Conseguir la autodisciplina y el autoaprendizaje.
Llegar al equilibrio entre la vida familiar, personal, laboral y social.
Adquirir un status y una posición socioeconómica estable.
Renovar constantemente nuevos objetivos. Mantener un espíritu de superación.
Lograr una auto-imagen integral y equilibrada de la persona y sus diversos roles.
SER CRISTIANO
Cuando digo: “Soy cristiano”, no estoy gritando que mi vida esté completamente limpia, sino que estaba perdido y fui encontrado. Cuando digo: “Soy cristiano”, no me refiero a ello con soberbia, sino que confieso que he ido dando tumbos en mi vida y necesito que Jesucristo sea mi guía. Cuando digo: “Soy cristiano”, no trato de aparecer como fuerte, sino que proclamo que soy débil y que necesito “su” fuerza para ir adelante. Cuando digo: “Soy cristiano”, no estoy jactándome de un éxito sino reconociendo que he pecado y que necesito que Dios limpie mis trapos sucios. Cuando digo: “Soy cristiano”, no estoy proclamando que sea perfecto; mis faltas son demasiado visibles pero Dios piensa que soy digno de ello. Cuando digo: “Soy cristiano”, continúo todavía sintiendo el aguijón del sufrimiento, compartiendo quebrantos; por ello confío en Él. Cuando digo: “Soy cristiano”, no soy más santo que tú. Sencillamente soy un pecador que a pesar de todo recibe la gracia de Dios.